Tenemos un primer borrador, estamos felices.
Gastón Zuñiga está dibujando para la historia.
Y ahora, un par de párrafos para despertar las ganas de leerlo.
El beso
Va a llover, hay
olor a agua en el aire. Ayer escuché a Marina jugar en la pileta, se reía
fuerte y su risa hacía burbujas dentro de mi pecho. Va a llover, así que la voy
a invitar a cazar ranas después de la lluvia.
Los primeros truenos asustan a Martincito que
se larga a llorar. Me voy a la vereda así no lo escucho, así mamá no me pone a
cuidarlo.
Veo un rayo azulrojizo. Uno…dos….tres; escucho
el trueno. Seguro el rayo cayó en el molino del campo de los Gutiérrez.
Marina está en su habitación, es en el piso de
arriba, parece una princesa en su torre. Me mira. Me sonríe. La lluvia comenzó
a caer. Gotones enormes explotan contra
el piso de tierra. Me muevo, salto de un lado a otro para que caigan sobre mi
cabeza, en mi pecho como si fueran una pelota, sobre mi lengua. Ahora caen más
rápido y quedo estruendosamente mojado como un charco de ranas.
Ella me mira, lo sé porque levanta su mano y me
saluda. Camino hacia su casa para invitarla a la cacería. Siento como si
tuviera grillos dentro de la panza.
Golpeo la puerta. ¡Cuánto demora!, claro tiene
que bajar de la torre.
Espío por la cerradura. Veo la lengua de su
perrazo, escucho su jadeo.
No debí apoyarme en la puerta. Ahora tengo las
ojotas de Marina al lado de mi boca. Levanto la cabeza y le digo: A sus pies My Lady.
Marina se ríe. Ahora los grillos en mi panza cantan.
—¿Queréis ir a cazar ranas después de la lluvia
Lady Marina?
—Será un
honor My Lord.
Vuelvo a casa bajo la lluvia, es una lluvia
gorda y blanca. En el horizonte el cielo está rosado, parece algodón de azúcar.
En casa mamá sacó las cosas para armar el
arbolito.
—Javier, armá el arbolito con tu hermano.
—¡Qué lindo! —le digo, miento, porque cuando
pare de llover quiero que me de permiso para ir a cazar ranas.
Me gustaría armar el arbolito con Licho y
Marina.
Coloco el arbolito en una maceta llena de piedras
para sostenerlo bien. Espero que no se caiga como yo hace un rato. Me duele la
rodilla.
—¡Uy, Uy! Martincito las globitos son para
colgar no para revoleárselos en la cabeza a tu hermano, “Tesorito”.
Mamá le dice Tesorito a Martín, a
mí más que tesorito me parece plomito.
Ponemos los globos, yo pongo uno
y Martín otro. Yo pongo uno y Martín otro. Cuando todos los globos están
adornando las ramas verdes del árbol, alzo a Martín para que coloque la borla
de la abuela que va en la rama más alta, y sobre ella ponemos la estrella.
Mamá nos ayuda con la luces.
Sigue la lluvia. El cielo ahora
debe estar negro porque parece de noche. Mamá enchufa las luces y cientos de
luciérnagas inundan la casa.
Mamá está sonriendo.